Juana Anza González
Artesana de Santiago de Río Grande
En el vasto y árido desierto de Atacama, en el pintoresco poblado de Santiago de Rio Grande, reside una talentosa y polifacética artesana. Su arte se centra en la lana de llamo y de oveja, pero su impacto trasciende los límites de su oficio. Además de ser una maestra en su artesanía, también desempeña los roles de pastora y profesora intercultural en la escuela básica de su comunidad.
Desde muy joven, esta artesana ha cultivado un conocimiento profundo y auténtico, que ha surgido de su estrecha observación y profunda conexión con su territorio: Lickanantay. Crecer rodeada de los vastos horizontes del desierto y convivir con la grandiosidad de la naturaleza ha sido su fuente de inspiración y aprendizaje. Ha aprendido a interpretar las señales del paisaje y ha desarrollado una íntima relación con cada rincón de su entorno.
Este conocimiento arraigado y único le permite componer elementos de suma importancia para la identidad lickanantay. Con sus manos hábiles y expertas, crea sogas trenzadas con lanas de llamo y de oveja. Cada soga tiene su propósito específico: algunas son más delgadas y están destinadas a asegurar la ropa, mientras que otras, más gruesas y resistentes, son ideales para afianzar la carga sobre los burros o las llamas, fieles compañeros de la vida en el desierto.
Además de las sogas, esta artesana también confecciona hondas tradicionales y otros tejidos que son fundamentales para la cultura lickanantay. Cada pieza que crea es un testimonio tangible de la riqueza cultural y del legado ancestral de su pueblo. Estos objetos no solo cumplen una función práctica, sino que también encarnan siglos de sabiduría transmitida de generación en generación, preservando así la identidad y la historia lickanantay.
El valor de los artesanos radica en su conocimiento profundo y especializado. Son guardianes de tradiciones y custodios de una forma de vida que ha resistido al paso del tiempo. Esta artesana en particular, con su experiencia como pastora, ha forjado una conexión aún más estrecha con su entorno y ha perfeccionado su comprensión del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Su conocimiento íntimo de las llamas y los burros se fusiona con su labor artesanal y su enseñanza en la escuela local, creando un ciclo virtuoso de aprendizaje y preservación cultural.
Esta artesana de lana de llamo y de oveja, que habita en Santiago de Rio Grande, en el desierto de Atacama, personifica la importancia y el valor de los artesanos. Su conocimiento, enraizado en la observación y la intimidad con su territorio, la convierte en una custodia de la cultura lickanantay. A través de sus creaciones, ella transmite una historia ancestral y deja una huella duradera en su comunidad. Su sabiduría es el cimiento de su arte y la fuerza motriz que impulsa su labor como artesana, pastora y profesora intercultural.